CUANDO EL PORTERO SE SINTIÓ DUEÑO DEL ÁREA
Son poquísimos los hombres, por mucho que sobresalgan, que ejercen alguna actividad de forma tan innovadora que llega a alterar el rumbo natural de ésta.
De Lev Yashin, sin embargo, podemos afirmar sin miedo a exagerar: después de él, la posición de arquero jamás fue la misma.
Empezando por el hecho de que el soviético fulminó el concepto del número uno que pasaba los 90 minutos debajo del travesaño, esperando el balón.
Yashin fue pionero en plantar su bandera dentro de toda la extensión del área y delimitarla como territorio suyo.
Hasta entonces, ningún guardameta había mostrado nunca tanta agilidad, hasta el punto de que le servía no sólo para neutralizar tiros a puerta, sino también para interceptar centros o anticiparse a los atacantes.
La Copa Mundial de la FIFA 1958, la primera transmitida internacionalmente , Yashin se convirtió en un reclamo para quien pudiese seguirlo de cerca y un auténtico mito en el resto del planeta, algo que contribuyó a realzar el sensacional apodo de “Araña Negra”, referencia a los colores oscuros que siempre vestía y a la impresión de tener ocho brazos para atrapar la pelota.
Nacido en Moscú el 22 de octubre de 1929, Lev Ivanovich Yashin era un muchacho cuando estalló la II Guerra Mundial. Entonces, con 12 años, fue a trabajar a una industria militar, la oportunidad de comenzar en el equipo de fútbol de la fábrica.
Sus reflejos no tardaron en llamar la atención del Dinamo de Moscú, que lo invitó a incorporarse a su filial en 1949.
Era difícil creer que aquella iba a ser la primera y única vez que fichaba por un club. Hasta el final de su carrera, en 1971, la “Pantera Negra” , antes de ser conocido como la araña, no vestiría otra camiseta que la del Dinamo, equipo con el que disputó más de 300 partidos y conquistó cuatro ligas soviéticas y dos Copas de la URSS.
Aunque Yashin sí se enfundó otra elástica. No una vez ni dos, sino 75, entre 1954 y 1970.
Y con ella, defendiendo la meta de la selección de la Unión Soviética, la “Araña Negra” se convirtió en sinónimo de portero imbatible.
Durante su etapa en el combinado soviético éste conquistase sus mayores glorias: el Torneo Olímpico de Fútbol en Melbourne 1956, la Eurocopa celebrada en Francia en 1960 y, sobre todo, tres participaciones brillantes en la Copa Mundial de la FIFA: Suecia 1958, Chile 1962 —saldadas con sendos puestos en cuartos de final— e Inglaterra 1966, el mejor registro histórico de la URSS, una cuarta posición.
Lev Yashin aún formaría parte del conjunto que acudió a México 1970, pero no llegó a saltar al campo.
En total, jugó 13 encuentros en la cita mundialista, cuatro de ellos sin recibir goles.A Lev Yashin le rodeaba un aura impenetrable de superhéroe que, además de sus proezas evitando goles, se fortalecía mediante su carisma.
Cuando se le preguntaba, por ejemplo, cuál era el secreto para estar siempre tan preparado en los grandes partidos, respondía, sin saberse todavía hoy hasta qué punto bromeaba: “La clave es fumar un cigarrillo para calmar los nervios y después tomar un buen trago de alguna bebida fuerte para tonificar los músculos”.
Yashin sabía leer el juego. “Hay muchos porteros que saltan muy bien, con buena técnica y una increíble reacción", decía Maslov, compañero del Dinamo.“Podía avisar a tiempo a los defensores hacia dónde correr, a quién cubrir y a quién dar el pase. No lo pensábamos ni un segundo, hacíamos todo lo que él nos decía. En el campo era como un entrenador que juega”, enfatizó el ex futbolista. “Único”. Cualquier descripción de Lev Yashin acaba resumiéndose así: no hemos visto otro portero como él.
Cuando falleció, en 1990, había recibido todos los reconocimientos posibles.
Fue un revolucionario que dio al portero el placer de participar en el juego, como último defensa... y primer atacante.
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